¿Cómo me di cuenta?

A mediados del 2018 algo empezó a cambiar, un gran cansancio, no dormía bien, comía peor hasta que de pronto comencé a amanecer con las manos cerradas y rígidas. Me asusté obvio. Empecé a pensar qué podría ser. Me costaba enderezar el dedo chico de la mano izquierda, me quedaba casi todo el día como gancho. La verdad es que no quería forzar el abrir los dedos ya que pensé que se quebrarían como un hueso de pollo. Sentía mucho calor, pesadez estomacal, todo mi sistema estaba funcionando distinto.

Pero seguí trabajando y funcionando. Lo que es peor no podía decir que no a nuevas invitaciones a comer alimentos procesados y de mala calidad, en mi dieta existían muy pocas verduras y frutas. Estaba en una espiral de la cual no podía salir.

Ahí comencé a transitar por distintos médicos en busca de una explicación para lo que me estaba sucediendo. Este recorrido partió con un traumatólogo el cual me pidió el factor reumatoideo el que salió bastante alterado, luego visité a más de un reumatólogo. Cuando me fui enterando del tratamiento tradicional no me hizo ningún sentido, por un lado por los efectos secundarios de los medicamentos que considera y además porque no se puede arreglar un tema en nuestra salud siguiendo con los mismos hábitos que teníamos antes de enfermar.

Por supuesto estaba en una encrucijada ya que no me sentía bien, tenía miedo pero a su vez lo que me ofrecían como solución, me asustaba aún más. Pero algo tenía que hacer.

Fue ahí que indagando en internet llego al libro de Claudette Duchesne, Cómo me sané de Artritis Reumatoide, que luego de estar en silla de rueda estando en tratamiento con corticoides, cambia de médico y comienza un tratamiento diametralmente opuesto, sin medicamentos pero modificando su estilo de vida, llegando incluso a subirse a una bicicleta. Al leer sobre sus resultados me inspiró de tal manera que fue precisamente ese mismo camino el que tomé.

Ana V. Morales