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La diferencia entre comer y alimentarse

La diferencia entre comer y alimentarse
Cada vez hay más información referente al impacto de los alimentos en nuestra salud. En nuestro país existen algunos médicos que dan mucha importancia a la pauta alimenticia de sus pacientes, aún son pocos. Porque no da lo mismo qué nos echamos a la boca. ¡Eso está claro!

Hoy más que nunca es necesario prestar atención a qué comemos ya que la realidad país indica que es común ver personas con problemas de obesidad, niños con diabetes o personas muy jóvenes con hipertensión. Todas condiciones muy relacionadas con la alimentación y el estilo de vida. Abunda la comida rápida, bebidas azucaradas y los alimentos ultraprocesados.
Esto dista un montón de lo que se consumía antes en los hogares, tiempos en los que se daba importancia a una dieta más balanceada, libre de procesados, de hecho éstos casi no existían. En la mesa familiar a finales del siglo pasado abundaban las ensaladas, jugos naturales de frutas de estación, las bebidas (que eran escasas) se reservaban para ciertas ocasiones y el postre era una fruta fresca.

Pero con el paso de los años en esta ajetreada vida privilegiamos el comer para satisfacer el hambre solamente. Lo lamentable de esto es que casi siempre es con alimentos procesados que no nos aportan los nutrientes necesarios para nuestro organismo, provocando con esto un sinfín de problemas como los antes mencionados.

¿Qué significa alimentarse?

Cuando el enfoque está en alimentarnos, nos ocupamos en que los productos que consumimos tengan nutrientes, leemos el etiquetado, pensamos qué aporte tendrá este producto o cuál será el impacto que tendrá en nuestro organismo.

Porque el cuerpo humano es una máquina perfecta, que si le damos lo necesario podrá mantener, la homeostasis, que en términos simples es la capacidad que tiene el cuerpo para mantener y regular sus condiciones internas, término que introdujo el fisiólogo Claude Bernard en el año 1860.

Más específicamente requerimos consumir nutrientes que según la OMS son sustancias químicas contenidas en los alimentos que se necesitan para el funcionamiento normal del organismo.

A nivel mundial hay más conciencia acerca de la importancia de nutrirnos y dar mayor realce a una alimentación de calidad. Una manera de reflotar la clásica frase que dijo Hipócrates” Que tu medicina sea tu alimento y el alimento tu medicina”. Cada vez hay más investigaciones al respecto del impacto de lo que comemos en nuestro organismo, por ejemplo en el año 2015 la OMS advirtió de posibles efectos cancerígenos al consumir carnes procesadas como embutidos, hamburguesas. También existen estudios sobre productos que generan inflamación como los lácteos, azúcar, carnes rojas, harinas blancas, entre otros.

En nuestro país uno de los precursores de la medicina natural y que le dio mucha importancia a la alimentación es Manuel Lezaeta Acharán, quien luego de estar desahuciado por la medicina tradicional al ser diagnosticado de sífilis (1899), conoce al sacerdote alemán Tadeo de Wiesent, quien literalmente le salva la vida y lo inspira para incursionar en la medicina natural, que lo llevó a establecer una suerte de , en el que hace hincapié en la importancia de comer exclusivamente productos naturales como también respirar aire puro, beber agua natural entre otros.

Un caso más contemporáneo le ocurrió a María José Silva, más conocida como @mariasfelices, quien luego de ir a médico por una dolencia, descartó comprar la receta que le dio el doctor, al contrario optó por comprar el libro de Manuel Lezaeta Acharán, La medicina natural al alcance todos, que la llevó a realizar un cambio radical en su estilo de vida y por supuesto en su alimentación https://dfmas.df.cl/capital/cultura/estilo-de-vida-ed/en-la-ruta-crudivegana-de-marias-felices

La sabiduría se encuentra en la naturaleza, no en los laboratorios
Manuel Lezaeta Acharán


Como reza esta frase, mientras menos elaboración tenga el alimento, más conservará sus propiedades por ende estaremos recibiendo todos los nutrientes necesarios para mantener el equilibrio y no enfermar.

Ana V. Morales